Uno de los retos a los que nos enfrentamos cada día al educar es enseñar a los niños el valor de lo que tienen.
A menudo oímos comentarios de padres y madres que lamentan que sus hijos no sean conscientes de lo que cuesta conseguir las cosas: "no se dan cuenta de lo que cuesta ganarlo...", "si yo hubiera tenido estos juguetes a su edad", "no valoran nada...", "no cuidan sus cosas...".
A veces, llenamos a los niños de juguetes y posesiones materiales, y no nos damos cuenta de que lo mejor que podemos ofrecerles es NUESTRO TIEMPO.
Como adultos, debemos enseñarles el valor del esfuerzo pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Un gesto importante es darles responsabilidades en casa desde pequeños. Que nos ayuden primero con pequeñas cosas (recoger los juguetes o la ropa) y según van creciendo ir aumentando las responsabilidades (poner la mesa, hacer la cama, ordenar el cuarto, etc). En este artículo podéis encontrar más consejos:
Y como reflexión, un precioso cuento de Paulo Coelho que lleva por título "Qué pobres somos".
Una vez, un padre de una familia acaudalada llevo a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que viera cuán pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:
“¿Que te pareció el viaje?” – preguntó el padre.
“Fue fantástico Papá!” – dijo el hijo
“¿Viste que tan pobre puede ser la gente?” – preguntó el padre
“¡Oh, sí!” – dijo el hijo
“Y… ¿que aprendiste?” – preguntó el padre
El hijo contestó:
“Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.”
“Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín… y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos y otras bellezas.”
“Que nosotros importamos lamparas del Oriente para alumbrar nuestro jardín…mientras que ellos se alumbran con la luna y las estrellas.”
“Que nuestro patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo el horizonte de patio.”
“Tenemos un pequeño pedazo de tierra para vivir y ellos tienen campos que van más allá de nuestra vista.”
“Que nosotros compramos nuestra comida;…ellos, siembran y cosechan la de ellos.”
“Nosotros cocinamos en estufa eléctrica…Ellos, todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña.”
“Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas….Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.”
“Nosotros vivimos conectados al celular, a la computadora, al televisor… Ellos, en cambio, están “conectados” a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del valle, a los animales, a sus siembras, a su familia.”
“Especialmente papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo y rara es la vez que conversan conmigo.”
El padre se quedó mudo… y su hijo agregó:
“¡Gracias Papá por enseñarme lo pobres que somos!
